Las razones de la popularidad de la idea del uso anónimo de las criptomonedas se encuentran en sus orígenes. Al principio, el sector interesaba a un determinado círculo de personas: programadores, personas relacionadas con la ciberseguridad, etc. Entre ellos existe una cultura generalizada del anonimato, que, entre otras cosas, garantiza un nivel adecuado de seguridad en Internet y protege de un mayor escrutinio por parte de las fuerzas del orden. Vale la pena recordar que al principio, debido a la falta de regulación y a la falta de capacidad para proteger su dinero de los delincuentes con la ayuda de las fuerzas del orden, la vida de los titulares de grandes cantidades de criptomonedas corría un peligro muy real.
Este ambiente también atrajo a varios tipos de cypherpunks y anarquistas, defensores de la privacidad que se oponen al control gubernamental de la vida de sus ciudadanos. De un buen ejemplo puede servir el usuario James A. Donald, famoso por ser uno de los primeros revisores del White Pepper de Bitcoin. Su nombre real sigue siendo desconocido y muchos se refieren a él como el creador del Bitcoin, Satoshi Nakamoto, pero él niega cualquier relación con la creación de la criptomoneda.
Además, el anonimato es una buena forma de distanciarse del proyecto. La industria de las criptomonedas se basa en gran medida en la idea de la igualdad universal y la descentralización, lo que implica que no hay personas que puedan beneficiarse de la capacidad de influir en las decisiones importantes. Evidentemente, esta posibilidad sigue estando presente en la mayoría de las DAO y hasta ahora la autonomía de estas organizaciones no es más que un mito, pero así son las reglas del juego.
Sin embargo, si los desarrolladores quieren atraer la atención de los capitalistas de riesgo y otros representantes del sector de los que depende el éxito de la empresa, tienen que sacrificar el anonimato. Al igual que en Silicon Valley, las personalidades implicadas en el desarrollo pueden desempeñar un papel importante. Sin embargo, hay que tener en cuenta que su compromiso o su retirada del proyecto podría causar problemas. Me viene inmediatamente a la mente la reciente decisión de André Cronje de abandonar DeFi y dejar de trabajar en 25 proyectos, entre los que se encuentran muchos proyectos emblemáticos del sector. Como resultado, los tokens de los servicios empezaron a perder valor, y algunos tuvieron que anunciar su cierre.