Para empezar, BTC y ETH son los únicos activos que realmente pueden sobrevivir a un mercado bajista prolongado, ya que se ha construido una infraestructura de inversión completa en torno a ellos. BTC es quizás la única criptomoneda verdaderamente descentralizada que es algo así como un símbolo de la industria. ETH es el token de la mayor plataforma de lanzamiento de aplicaciones descentralizadas. Sí, Ethereum no está exento de defectos y nuevas blockchains como Avalanche o Solana han introducido tecnologías más avanzadas, pero no hay ningún otro lugar con tantos desarrolladores y, por tanto, con oportunidades de integración y pruebas.
Dicho esto, ETH y BTC son conceptualmente diferentes. En primer lugar, la oferta de Bitcoin es limitada, mientras que la de ETH no lo es. En segundo lugar, el destino de Ethereum depende de las decisiones del equipo de desarrollo, que puede decidir implementar ciertas mejoras, como el reciente paso a PoS, mientras que no existe un centro de decisión único para el futuro de Bitcoin. Algunas actualizaciones están en marcha, pero cualquier innovación pasa por un largo proceso de debate con las partes interesadas para alcanzar un consenso. De hecho, la falta de cambios importantes en el funcionamiento de Bitcoin es una ventaja más que una desventaja: la consistencia de los fundamentos subyacentes permite la estabilidad y proporciona un nivel de descentralización sin precedentes, que se hace evidente en el progreso y las particularidades de la criptomoneda pionera. Ningún otro proyecto ha repetido ni es probable que repita esta historia.
De este modo, la posibilidad de que se produzca un cambio y ETH supere a BTC en términos de capitalización es real, pero eso no significa que Ethereum deje de repente de ser una herramienta para desarrolladores y se convierta en el principal medio de intercambio en el universo de las criptomonedas. El BTC seguirá siendo la principal contraparte del dólar en el mundo digital y no hay competidores serios para él.