Recientemente, Didier Budimbu, ministro de hidrocarburos de la República Democrática del Congo dijo que el estado aceptaría solicitudes de criptoempresas con apoyo financiero confiable para participar en la licitación para adquirir nuevos campos petroleros y gasíferos. Sin embargo, surge la pregunta: ¿cómo pueden las criptoempresas estar interesadas en adquirir dichos campos?
Todo comenzó cuando el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, visitó Arabia Saudita e instó a los gobiernos de las repúblicas centroafricanas a aumentar la producción de petróleo y gas en relación con el conflicto ruso-ucraniano. En respuesta a estos impulsos, el gobierno congoleño dio luz verde a la exploración de petróleo en el Parque Nacional Virunga y en la turbera tropical más grande del mundo, Cuvette Centrale.
Para ser claros, la extracción en estas áreas había provocado previamente repercusiones en todo el mundo. En 2014, la comunidad ambiental mundial prácticamente prohibió a la República Democrática del Congo perforar en estas áreas porque el territorio es un hábitat para gorilas en peligro de extinción.
A pesar de las protestas de los activistas, las áreas serán subastadas a fines de este año. Según Tosi Mpanu-Mpanu, especialista principal en cambio climático de la República Democrática del Congo, la prioridad del país “no es salvar el planeta” sino reducir la pobreza y asegurar el crecimiento económico.
Sin embargo, Budimbu sugirió que a la subasta deberían asistir representantes de industrias que no están asociadas con las grandes empresas de petróleo y gas; concretamente, empresas y startups de criptomonedas dentro del mercado de carbono. En el caso de la adquisición de derechos de perforación, se invita a dichos participantes a mantener el petróleo y el gas bajo tierra y, en cambio, recibir ingresos de la venta de créditos de carbono, que se acumularán de acuerdo con el Mecanismo de Desarrollo Limpio introducido por el Protocolo de Kioto. La venta de créditos de carbono tokenizados basados en Ethereum ya se practica ampliamente en la plataforma BetaCarbon, por ejemplo.
Por lo tanto, el gobierno congoleño puede obtener la financiación necesaria para desarrollar la economía sin tener que enfrentarse a las críticas de los activistas medioambientales.
Cabe señalar que la iniciativa de Budimbu ya recibió respuesta. La startup de blockchain, Flowcarbon, ha mostrado interés en la compra. Más aún, se conoció la noticia de una coalición de varias empresas del mercado de carbono dispuestas a unir fuerzas para participar en la licitación.
Rafael Correa, expresidente de Ecuador, propuso un enfoque similar para resolver los problemas económicos hace 15 años. En ese momento, Ecuador logró atraer 3,6 mil millones de dólares en inversiones por la negativa del país a perforar en el Parque Nacional Yasuní. Sin embargo, las inversiones en ese entonces eran puramente filantrópicas y en su mayoría provenían de organizaciones ambientales.
Ahora, el gobierno congoleño planea atraer capital de esta industria innovadora en desarrollo activo y probablemente tenga más éxito que Ecuador. Por otro lado, los campos tienen un alto valor de mercado y se desconoce si las criptoempresas o las startups en el mercado de carbono podrán atraer fondos suficientes para este propósito.
Este enfoque podría ser otro ejemplo del uso de la tecnología blockchain para iniciativas ecológicas globales, a la par de Avelia, la plataforma basada en la blockchain lanzada recientemente para créditos de combustible de aviación sostenible (SAF, por sus siglas en inglés).